|
Dra.Rebeca
Contreras Vázquez* |
…….El problema no es el de inventar el espacio,
ni mucho menos de re-inventarlo (muchas personas bien intencionadas
se preocupan hoy en día por pensar sobre nuestro ambiente….)
de interrogarlo o, simplemente, de leerlo; porque eso que nosotros
llamamos cotidianeidad, no es evidencia sino opacidad; una forma
de ceguera, una manera de anestesia.
Georges Perec, Especie de Espacios.
Los procesos intersubjetivos en los espacios urbanos
La relación dinámica entre la representación
social, las prácticas y la identidad social viene a ser objeto
de atención sobre a los fenómenos de construcción
subjetiva.
Dinámica
memoria, representación e identidad
La
memoria social adquiere un significado muy importante frente a los
procesos psicosociales. En lo que se refiere a la representación
social, la memoria social posee un lugar primordial.
Bajo este ángulo, Rossiau & Bonardi expresan: “….
Podríamos ver las representaciones sociales como filtros
o, incluso, como guías, en el momento de la selección,
de parte del sujeto, de informaciones y conocimientos a los cuales
los sujetos harán llamado posteriormente, por ejemplo en
el momento enel que ellos movilizarán sus representaciones
sociales” (2002, p.36).
La
representación social emerge entonces, de cierta forma, de
esta fuente de conocimientos, experiencias y afectos propios de
la memoria social. Es decir, la representación social se
constituye a partir de esos aportes, pero es también la representación
social la que circunscribe la memoria. Es la memoria que ciertos
grupos sociales, deciden y desean representarse con la intención
auténtica de ratificar y hacer valer su identidad.
Una
de las dimensiones más interesantes es el significado político
de este hecho, entendido como la posibilidad de pode actuar sobre
el conjunto de la sociedad, por intermedio de la búsqueda
de reconocimiento social (Viaud, 2002), resistencia y lucha por
una vida mejor, reafirmándose como sujetos sociales, actores
capaces de decidir su propia vida. Es, entonces, un llamado al poder
dirigido a la defensa y reivindicación de sus intereses,
ideas y sentimientos.
De la misma manera, no debemos olvidar la existencia de una dimensión
individual que corresponde a la restitución de una identidad
personal, dicho de otra manera, al
deseo de ser reconocido como sujeto autor, condición a la
que llega, finalmente el orgullo de pertenencia a un grupo. La identidad
social se forma, así, sobre la base de las categorías
sociales compartidas y por comparación/diferenciación
frente a las categorías compartidas de otros grupos (Deschamps,
Morales & Paez, 1999). Existe un sentimiento de pertenencia
que corresponde a un conjunto de creencias, de sentimientos y de
características culturales que definen un grupo.
De esta manera, la relación de apoyo entre la memoria social,
la representación social y la identidad social es una relación
perpetua que se expresa como un proceso que emerge de las motivaciones
y de las necesidades fundamentales. Enseguida trataremos de explicar
esta relación.
La memoria corresponde a una manera de representarse un objeto.
No es un hecho neutro, por el contrario, posee una intención
y objetivos orientados al sostenimiento
de la identidad social que puede expresarse como protección
de identidad de un grupo. (Viaud, 2002).
En este conjunto de ideas, ciertas ilustraciones de las más
interesantes, las encontramos en las investigaciones llevadas a
cabo por Rateu, (2002) sobre los hechos que tuvieron lugar en la
ciudad de Carpentras y en Rouquette (1997) sobre los hechos que
acontecieron en la ciudad de Aigües-Mortes. Podemos identificar
en estos trabajos, la manera con la que las poblaciones reconstruyen
la memoria.
Los recuerdos evocados de los acontecimientos trascendentes, se
manifiestan en relación con el deseo de preservar una identidad
valorizada por el conjunto de las comunidades implicadas.
La representación social se construye selectivamente a la
luz y en la intención de consolidar una memoria histórica,
al mismo tiempo, esta memoria histórica corresponde a la
preservación de la identidad de un grupo en el pasado, el
presente y el futuro.
Dinámica Representación e Identidad
Moscovici escribe “la relevancia particular, de una u otra
pertenencia, puede explicarse por medio de las representaciones
sociales” (1961, p.105). El ha mostrado también que
las representaciones sociales mantienen las modalidades de relación
entre y dentro de los grupos.
El
proceso de diferenciación/pertenencia involucrado en la constitución
de la identidad social se encuentra alimentado por las creencias
de un grupo que forman parte de las representaciones sociales.
Kaës, (1968, 1976) a su vez, menciona que las representaciones
sociales delimitan las fronteras entre la pertenencia a un grupo
y las relaciones intergrupales. Esto ultimo puede concebirse como
una función de demarcación de la representación
social, dentro del proceso identitario, al mismo tiempo que como
una relación dinámica en donde la identidad, social
tiene la posibilidad de activar las representaciones sociales.
Al interior de este conjunto de ideas encontramos siempre implicadas
las prácticas sociales que corresponden, en el registro de
lo real, al rol protagonista que juegan los sujetos sociales.
En cuanto a la vida en las ciudades, los sujetos son los protagonistas
en interacción continua dentro de los procesos sociales que
tienen lugar al interior de los espacios. De esta manera estos procesos
son siempre concebidos como procesos intersubjetivos.
Memoria, representación, identidad y lenguaje
La bibliografía nos da cuenta de que el lenguaje es uno de
los elementos que asegura la vida y la unidad de la memoria colectiva.
Posibilita, de manera especifica, la conservación de los
elementos constitutivos de la representación social. En lo
que se refiere a la representación de los espacios de vida,
podemos interrogarnos sobre los modos y la fuerza de la transmisión
de los significados de los lugares, a través del tiempo y
de las generaciones, en particular al interior de las ciudades en
las que la población crece de manera particularmente rápida.
Al respecto, Jodelet formula la idea siguiente: “Compartir
una idea, un lenguaje, es también afirmar un lazo social
y una identidad. El compartir sirve para la afirmación simbólica
de una unidad y pertenencia. La adhesión colectiva contribuye
al establecimiento de un reforzamiento del lazo social.” (1989,
p. 51).
La dimensión consensual comprendida dentro de las representaciones
sociales conduce, igualmente, a la particularización de un
grupo. Como lo expresa la definición de Denise Jodelet, la
idea de compartir nos conduce a la idea de una unidad de pertenencia
que se traduce en la identidad social.
Podemos, también, afirmar que la construcción y reconstrucción
de la memoria, en un proceso de restitución identitaria,
nos conduce hacia su transmisor discursivo. Existe una construcción
del discurso que corresponde a esa necesidad social, es decir, los
aspectos de significación discursiva se constituyen en función
del sostenimiento de la identidad de una comunidad especifica.
*
Docente de la Facultad de Filosofía
|