LA VISIÓN DE LA MUJER EN LOS ESTUDIOS DE LA ANTROPOLOGÍA NUTRICIONAL Y DE LA ALIMENTACIÓN: UNA REVISIÓN HISTÓRICA. (Cont...)

A partir de una visión distinta, las investigaciones de corte ecológico así como las de la cultura material, analizan cómo las condiciones ambientales moldean, de manera directa o indirecta, las prácticas culturales que están orientadas a mantener las bases materiales de la sociedad. Los estudios bioculturales, por su parte, se concentran en comprender las consecuencias biológicas y sociales que acarrean determinados hábitos alimentarios y de salud. En general, tanto los trabajos ecológicos como los bioculturales estudian, de manera indirecta, la distribución intrafamiliar de alimentos, debido a que en ellos se revisa la división del trabajo por géneros y por edades, así como los patrones de consumo del hogar. De esta manera, en ocasiones han detectado la existencia de reglas que perjudican a la mujer, en lo que se refiere a la ingestión de determinados nutrimentos (Messer 1983).
Con un enfoque más bisexuado y centrado en el hogar, los estudios de la distribución intrafamiliar de alimentos se distinguen por considerar el papel que juega la dinámica familiar en los procesos alimentarios y nutricios. En términos generales, estos trabajos reconocen que el consumo de comida dentro del grupo doméstico está determinado por la disponibilidad de alimentos que existe en el macrocontexto, así como por la adquisición de los mismos, su procesamiento, reparto y consumo. A lo largo de estas etapas identifican la participación de múltiples variables como el medio ambiente, la estructura económica y política de una nación, las características del mercado laboral, el poder adquisitivo de la unidad doméstica, la estructura y división del trabajo al interior de la misma, el almacenaje y preparación de los productos comestibles, la tecnología, la tradición culinaria, la percepción de las necesidades individuales, las preferencias y rechazos alimentarios, el sistema de clasificación de los alimentos, los tabúes, el uso de la comida en las interacciones sociales, el valor económico y social atribuido a los miembros del hogar y los rasgos biológicos del individuo.

Para organizar esta diversidad de factores, los investigadores han propuesto varios modelos, en todos los cuales el grupo doméstico es considerado como la unidad de análisis y de intervención. No obstante, estos trabajos plantean que la unidad doméstica no debe ser analizada a nivel agregado, ya que esto homogeniza las participaciones y necesidades de los integrantes de la misma. Por lo anterior, algunos autores como Piwoz y Viteri (1985), señalan que es importante profundizar en los aspectos que revelan la dinámica familiar, tales como la división del trabajo, el uso del tiempo, la toma de decisiones, los canales de transmisión de la información y las relaciones de poder que se establecen en torno al control de los recursos del hogar. Para estos estudiosos también es importante valorar el status de la mujer, en el que influyen distintos aspectos como la educación, el desempeño de un trabajo económicamente productivo y el control de sus ingresos. Aunque el desarrollo de estos conceptos está aún en proceso, su uso permite reconocer las relaciones divergentes y tensiones que existen en el interior del grupo doméstico, las cuales influyen, a su vez, en la presencia de accesos desiguales a alimentos y nutrimentos.

La relevancia de este tipo de investigaciones ha sido puesta en evidencia por los fracasos que han ocurrido en algunos programas aplicados y por el hecho de que el ingreso y el estado de nutrición, pueden variar de manera independiente. Debido a ello, los estudiosos de la distribución intrafamiliar de alimentos, han recomendado el desarrollo de programas educativos que ayuden a contrarrestar las relaciones desiguales que existen en el hogar, sobre todo aquellas que perjudican a la mujer. En este sentido, resaltan la necesidad de presentar al fenómeno alimentario y nutricio como un asunto familiar, no exclusivo de la mujer, que demanda el desarrollo de nuevas conductas e interacciones entre los miembros de la unidad doméstica.

Además de los trabajos hasta aquí mencionados, Messer (1983) considera que es importante destacar los análisis efectuados por antropólogos y otros especialistas en el campo del desarrollo económico orientado a los procesos alimentarios y nutricios. Dentro de esta área, ha sido prioritario examinar la organización del trabajo productivo en el nivel del hogar, para relacionarlo con la nutrición, la salud y la fertilidad de sus miembros. Estos estudios, de carácter más bien unisexuado, han otorgado un énfasis particular a la distribución del tiempo de la madre en tareas productivas y reproductivas, así como a su habilidad para desempeñar ambas actividades. En este último aspecto, toman en cuenta los mecanismos culturales a los cuales puede acceder una mujer, para encontrar una suplente que desempeñe sus funciones maternas.

Para otros trabajos semejantes, algunos aspectos como los ingresos que la madre aporta al presupuesto familiar y la calidad de los cuidados que ella brinda a sus hijos, son factores que inciden de manera positiva o negativa en la alimentación y nutrición de los miembros del grupo doméstico. Otra línea de investigación, como la relacionada con los factores epidemiológicos que están asociados con la mala nutrición, también resalta la importancia del uso del tiempo de la madre, de los patrones de crianza y del tipo de alimentación infantil que ella establece, así como de las redes de apoyo que organiza.

2.- El carácter asexuado, unisexuado o bisexuado de los trabajos antropológicos.

Sin haber pretendido llevar a cabo un examen exhaustivo de los estudios antropológicos sobre el tema de la alimentación y nutrición, el repaso que hemos realizado nos permitió llegar a algunas conclusiones. Por una parte, es posible reconocer la existencia de un conjunto de trabajos de carácter asexuado, realizados bajo enfoques conceptuales diferentes, en los que se le da la mayor importancia a la detección de los sectores con mayores problemas alimentarios y nutricios así como al contexto sociocultural en el que éstos ocurren. También es usual que estas investigaciones otorguen una importancia particular a la relación que existe entre uno o varios factores socioculturales y determinados aspectos de la alimentación y nutrición. Cabe señalar que, en el campo de la antropología de la alimentación, es común que en este último tipo de análisis se consideren numerosas variables, por lo que el proceso alimentario tiende a ser concebido como un hecho social total en el sentido dado por Marcel Mauss.5
Otro grupo de investigaciones presenta una visión unisexuada, de acuerdo con la cual se destaca el trabajo doméstico de la mujer en la adquisición, preparación, distribución y consumo de los alimentos. Algunos de estos estudios, en los que se enfatiza la función materna de la mujer, también se valoran el papel que ella desempeña en la transmisión de los hábitos alimentarios, así como la importancia de la calidad de los patrones de crianza que ella establece. Al respecto, el uso del tiempo de la madre, de sus ingresos y de las redes de apoyo que organiza, son considerados como factores que pueden influir, de manera positiva o negativa, en la nutrición de sus hijos.

Es pertinente señalar que estos trabajos, elaborados desde perspectivas teóricas diversas, no cuestionan la adscripción de las funciones alimentarias a la mujer


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