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LA VISIÓN
DE LA MUJER EN LOS ESTUDIOS DE LA ANTROPOLOGÍA NUTRICIONAL
Y DE LA ALIMENTACIÓN: UNA REVISIÓN HISTÓRICA.
(Cont...)
No
obstante, el desarrollo provocó desigualdad y miseria por
lo que, a principios de los setenta, se introdujo el concepto de
necesidades humanas básicas. Este hecho generó un
cambio de perspectiva en algunas agencias internacionales (OIT,
UNICEF, PNUD), las cuales modificaron su concepto de desarrollo
y lo centraron en el alivio de la pobreza. La urgencia de resolver
este tipo de contradicciones fue más evidente en la década
de os ochenta, cuando la lentitud del crecimiento de la economía
y del comercio mundial, combinados con la crisis de la deuda externa
de los “países subdesarrollados”, condujo a los
gobiernos de estos países a establecer programas de ajuste
y de estabilización que tuvieron efectos recesivos. Sin embargo,
en el nivel internacional continuó predominando la idea del
crecimiento económico, pero ahora éste ya no estuvo
fundamentado en la creación de mercados internos sólidos
sino en la vinculación con la economía global, a través
de exportaciones competitivas (Sen 1993). Los resultados de esta
nueva política, todavía vigente en la actualidad,
generaron una mayor disparidad social e incrementaron el deterioro
ecológico, lo cual, aunado a la presencia de una mayor población
mundial, afectó de manera importante la disponibilidad de
alimentos.
En
este contexto, los estudios de los procesos alimentarios y nutricios
continúan siendo prioritarios, no sólo para distinguir
y atender a los grupos sociales más vulnerables, sino también
para aportar nuevas visiones de la realidad social que ayuden a
su mejor comprensión y a su transformación. En este
sentido, los análisis realizados por los estudios simbólicos,
cognitivos, ecológicos, bioculturales y de la cultura material,
así como las reflexiones llevadas a cabo por las investigaciones
de la distribución intrafamiliar de alimentos, constituyen
aportaciones importantes. En estos diferentes trabajos es posible
reconocer enfoques asexuados, unisexuados y bisexuados, en relación
con el problema alimentario y nutricio.
Para abordar los resultados obtenidos por estas
diversas investigaciones es pertinente señalar que la perspectiva
simbólica combina los tres enfoques antes mencionados. Así,
desde una visión más asexuada, algunos de estos trabajos
se centran en el análisis del por qué algunos alimentos
son considerados como tales, o bien, procuran comprender cómo
las preferencias y rechazos alimentarios influyen en la conformación
de la identidad social. Otras investigaciones, como las relacionadas
con las clasificaciones simbólicas de los alimentos,3 han
permitido descubrir algunos principios sobre los que se estructuran
los procesos de compra, preparación, distribución
y consumo de comida. Cabe señalar que algunos de estos estudios
han ayudado a identificar accesos desiguales a los alimentos entre
géneros y generaciones, los cuales tienden, a su vez, a provocar
ingestiones diferenciadas de ciertos nutrimentos.
Entre estos últimos trabajos, de visión
más bisexuada, destaca el de Lindenbaum (1977) quien detecta
en Bangladesh, la existencia de categorías simbólicas
que condicionan la presencia de una relación jerárquica
entre hombres y mujeres, lo que influye, a su vez, en consumos desiguales
de alimentos y en estados de salud diferentes para ambos géneros.4
Otros estudios realizados en Brasil (Da Matta 1988), menos relacionados
con la ingestión de nutrimentos, también resaltan
la existencia de interacciones dispares entre hombres y mujeres.
En este caso, las diferencias se expresan de manera contundente
en la intimidad, como en la obligación cotidiana que tienen
las mujeres de servir la comida a sus esposos. De manera semejante,
en el orden público las desigualdades intergenéricas
son un criterio básico para distinguir a las mujeres entre
sí, de acuerdo con sus habilidades para cocinar y para atender
a sus maridos. En una línea similar, aunque más unisexuada,
Ossio (1988) encuentra en Perú que la mujer está fuertemente
asociada con la comida y con el espacio de la cocina ámbito
que es considerado como el más íntimo de la vivienda.
Su análisis también revela que el saber cocinar, constituye
un factor decisivo para contraer matrimonio o para divorciarse.
Desde una perspectiva diferente, los estudios cognitivos
sobresalen por centrarse en el análisis de las creencias
que tiene la gente sobre los alimentos. En este sentido, sus resultados
han favorecido el desarrollo de programas educativos dirigidos a
las madres con el propósito de re-educarlas y de incrementar,
por esta vía, la nutrición y salud de sus hijos. Este
enfoque, de carácter unisexuado, ha sido muy criticado por
los exponentes de los nuevos marcos conceptuales que surgieron en
Latinoamérica a finales de los sesenta, no tanto por la identificación
mujer/comida, sino por las consecuencias políticas de sus
planteamientos. Al respecto, algunos autores como Bonfil Batalla,
han señalado que las creencias no constituyen las causas
básicas de los problemas alimentarios y nutricios, las cuales
deben rastrearse en la estructura económica, política
e ideológica de una nación (Dewalt y Pelto 1977).
Continúa...
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