LA VISIÓN DE LA MUJER EN LOS ESTUDIOS DE LA ANTROPOLOGÍA NUTRICIONAL Y DE LA ALIMENTACIÓN: UNA REVISIÓN HISTÓRICA. (Cont...)

Es importante destacar que los estudios que se realizaron durante este tiempo, fueron promovidos por a expansión del capitalismo inglés y tuvieron como propósito elevar el estándar económico de los habitantes de sus colonias. Para llevarlos a cabo se establecieron equipos multidisciplinarios, formados por antropólogos y nutriólogos, quienes realizaron diversas investigaciones de carácter asexuado y unisexuado. En los años cuarenta, ambos tipos de análisis fueron estimulados por los norteamericanos, con la intención de incrementar la salud de sus habitantes para poder participar, en óptimas condiciones, en la Segunda Guerra Mundial. Con este objetivo se creó el Consejo de Investigación Nacional el cual, a través de dos comités, estudió los aspectos fisiológicos y bioquímicos de la nutrición así como los factores psicológicos y culturales asociados con la dieta. De esta manera, se iniciaron los primeros trabajos de carácter interdisciplinario que se dedicaron al análisis de las variables involucradas en el proceso de cambio de los hábitos alimentarios. Asimismo, se desarrollaron marcos conceptuales, se elaboraron manuales para trabajo de campo y se realizaron programas aplicados en los que se buscó mejorar la nutrición de determinados grupos sociales (Freedman 1977) tomando en cuenta los patrones culturales.
Durante este período destacaron los trabajos de Mead y Lewin quienes, a partir de una perspectiva unisexuada, resaltaron el papel que la mujer desempeña en la alimentación y nutrición. Para Mead, representante de la escuela de cultura y personalidad, fue determinante estudiar cómo se aprenden y perpetúan los hábitos alimentarios, debido a que ella consideraba que esta información era determinante para poder modificarlos. De hecho, la antropóloga conceptualizó a los hábitos alimentarios como “...las elecciones efectuadas por individuos o grupos de individuos como respuesta a las presiones sociales y culturales, para seleccionar, consumir y utilizar una fracción de los recursos alimenticios posibles” (Mead citada por De Garine 1988:643). En este sentido, los hábitos comprenden múltiples aspectos relacionados con la producción (o compra), comercialización, almacenaje, preparación, distribución y consumo de los alimentos. Por lo tanto, este tipo de prácticas se encuentran inscritas en el complejo cultural de un grupo y, a través de su enseñanza, es posible mantener la continuidad de la cultura y asegurar la transmisión de un patrón dietético que garantice la sobrevivencia física.

De acuerdo con este enfoque, el centro de enseñanza de los hábitos alimentarios se encuentra en la familia y, dentro de ella, la madre desempeña un rol esencial debido a que es el eje de la transmisión de los mismos. En función de este papel, ella es la responsable de introducir al niño en el conocimiento de la estructura del mundo y de desarrollar en él, determinadas actitudes y expectativas frente a los alimentos. De esta manera, ella enseña al menor a disfrutar de una particular combinación de alimentos, de la cual dependerá su nutrición, así como la permanencia biológica y cultural de su grupo. Para Mead, esta función alimentaria y nutricia es tan importante que, “En prácticamente todos los países del mundo, la conciencia que tienen las mujeres de sí mismas y la que tienen los hombres de las mujeres depende, en buena parte, del modo como éstas seleccionan, preparan y sirven la comida” (Mead 1951:34).

A partir de un enfoque diferente, Lewin planteó que los alimentos se mueven a través de una serie de canales cuya naturaleza y número varía en cada cultura. Cada canal es controlado por un guardián o gate keeper, que se distingue de los demás por las características psicológicas que presenta. En función de los rasgos personales del guardián, así como del tipo de alimento y de las propiedades del canal, los productos alimentarios se pueden movilizar con una mayor o menor rapidez, hasta que logran llegar a la mesa para ser consumidos. Entre los gate keepers sobresale la madre, quien es considerada como la persona que tiende a controlar el movimiento de los distintos canales. La trascendencia de esta figura femenina fue mencionada por Lewin en un estudio realizado en el ámbito urbano estadounidense, en el que destacó el papel que desempeñan las amas de casa en los procesos de adquisición y consumo de los alimentos. Un aspecto importante que señaló el autor es el hecho de que las madres consultan poco a sus maridos para desempeñar estas actividades, conducta que asoció con una pérdida del poder masculino para participar en este tipo de decisiones (Bourges 1990, Freedman 1977 y Mead 1997).

Años después, durante los cincuenta y los sesenta, las investigaciones, en el campo de la alimentación y la nutrición, fueron promovidas por las políticas “desarrollistas” que generó el capitalismo internacional, de acuerdo con las cuales se consideró necesario acelerar el ritmo de crecimiento de los llamados “países subdesarrollados” a través del fortalecimiento de sus mercados internos. Con este objetivo, se estudiaron los hábitos alimentarios de numerosas culturas, lo que permitió reconocer las regiones que concentraron en el mundo, los mayores problemas alimentarios y nutricios. Asimismo, se desarrollaron guías para el trabajo de campo, se promovieron discusiones sobre métodos y técnicas de investigación y se llevaron a cabo múltiples proyectos aplicados, muchos de los cuales fueron auspiciados por agencias internacionales.


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