ACTUALIDAD DE LA MORAL PROVISIONAL DE DESCARTES

M. en F. Sergio Centeno García
Docente de la Escuela de Bachilleres.

 

INTRODUCCIÓN

Renato Descartes (1596-1650), es un pensador indispensable en el proceso de desarrollo de la filosofía de occidente. Es común atribuirle la fundación de la corriente llamada Racionalismo, sistema que postula la razón como principio de todo conocimiento tanto teórico como práctico y con el cual la filosofía del Renacimiento alcanza su punto más elevado.

Bertrand Russell consideró a Descartes, en su momento, como el fundador de la filosofía moderna, pues según él: “Descartes es el primer pensador de alta capacidad filosófica cuya perspectiva está profundamente influida por la nueva física y la nueva astronomía. Es verdad que aún conserva mucho de escolástico, pero no acepta los cimientos edificados por sus predecesores y se esfuerza por construir ex novo un edificio filosófico completo. Esto ya no ocurría desde la época de Aristóteles y es un síntoma de la nueva confianza que los hombres tienen en sí mismos, engendrada por el progreso científico. En su trabajo encontramos un frescor que no se halla en ningún filósofo precedente –aunque sean notables- desde los tiempos de Platón. Durante este periodo de tiempo los filósofos habían sido maestros, con la actitud de superioridad profesional que lleva consigo ese atributo. En cambio, Descartes no escribe como un maestro, sino como un descubridor y un explorador, ansioso de comunicar aquello que ha encontrado. Posee un estilo fácil y nada pedante que se dirige a todos los hombres inteligentes del mundo y no a alumnos. Además, se trata de un estilo realmente excelente. Es una fortuna para la filosofía moderna que su pionero haya poseído un estilo literario tan admirable. Sus sucesores, tanto en el continente como en Inglaterra, conservaron hasta Kant su carácter no profesoral, y bastantes de ellos conservaron también algunos de sus méritos estilísticos” (Citado por Reale y Antiseri: 305).

En efecto, Descartes al comunicar los descubrimientos a los que había llegado a través de sus indagaciones, no pretendía en modo alguno imponerlos como modelos que habrían de seguirse al pie de la letra sino, simplemente, exponer cuáles había sido los conocimientos que había obtenido y, sobre todo, cuál era la forma en que había llegado a ellos. En una parte del Discurso del Método se lee: “Mi propósito no es enseñar el método que cada uno debe adoptar para conducir bien su razón; es más modesto, se reduce a explicar el procedimiento que he empleado para dirigir la mía. Trato de reformar mis pensamientos, sólo los míos; mi propósito es el de levantar el edificio de mis ideas y de mis creencias sobre un edificio exclusivamente mío. Si mi obra me ha agradado lo suficiente como para que me decida a presentaros el modelo, no por eso trato de induciros a que me imitéis. Posible es que algunos tengan propósitos más elevados que los míos; seguro que muchos calificarán de atrevido mi designio” (Descartes: 15).

Con justa razón se ha dicho de Descartes que es el fundador de la filosofía moderna pues, a partir de él, la filosofía asumirá una actitud de abierta crítica al pensamiento filosófico heredado de la Edad Media en donde Dios era el fundamento por antonomasia. Descartes, en cambio, somete a una dura crítica la tradición filosófica y pone en entredicho todos los conocimientos previamente aprendidos, logrando estructurar un nuevo saber filosófico y científico que ya no tiene como centro y fundamento a Dios, sino al hombre y la razón humana.

Descartes, al hablarnos acerca del método que ha descubierto, hace un claro énfasis afirmando que lo mejor de su método es que ha sido construido partiendo exclusivamente de su razón y no de otra cosa: “Lo más ventajoso de este método era, a mi juicio, la seguridad de que mi razón intervenía como principalísimo elemento en la labor científica, desechando prejuicios y rutinas, preocupaciones tradicionales y errores arraigadísimos que obscurecen la inteligencia, interponiendo un velo entre ella y la verdad” (Descartes:17).

La importancia de Descartes en la historia del pensamiento filosófico es tal que, aún hoy, su vigencia no está en entredicho, pues su pensamiento abre una nueva etapa en la indagación y reflexión filosófica que se opone al oscurantismo de más de diez siglos, impuesto por el cristianismo y, más concretamente, por la iglesia católica italiana. Así, al igual que aquellos primeros filósofos de Mileto que se atrevieron a ir en contra de la tiranía del pensamiento teológico de Homero y Hesiodo trayendo la primera “Ilustración” de la humanidad, Descartes logra hacer triunfar nuevamente la razón por encima del pensamiento supersticioso que todo se lo atribuye a un ente supremo omnipotente y omnisapiente.

Cierto es que el poder político y económico de la iglesia católica italiana en tiempo de Descartes estaba aún en su pleno apogeo, así como su capacidad de reprimir, hasta con la muerte, a todo aquél que se atreviera a hacer algún planteamiento diferente que se opusiera a los designios de “dios”, (el filósofo Vanini había sido quemado por la llamada Inquisición apenas en 1619, mientras que Galileo había sido condenado también por ella misma en 1633), él mismo por esos tiempos decide no publicar su “Tratado del Mundo”, seguramente previniendo una reacción parecida por parte de la iglesia romana. Razón de más para considerar a Descartes no sólo un pensador auténtico y revolucionario debido a lo fresco de su planteamiento, sino incluso un pensador con la suficiente valentía como para intentar comunicar su pensamiento a sabiendas del peligro de muerte que corría, gracias al oscurantismo e intolerancia imperante.

El presente escrito tiene dos propósitos principales, uno implícito y otro explícito. El primero, que pueda constituirse como un insignificante reconocimiento a este gran pensador que tuvo la gallardía de poner nuevamente a la razón como centro y principio de todo conocimiento humano por encima de la presunta sabiduría suprema emanada de la “mente de dios”. El segundo, traer al presente una de las ideas más importantes de Descartes dentro de su filosofía práctica; a saber, su moral provisional tratando, al mismo tiempo, de relacionar las máximas que la constituyen con el actuar del hombre actual y reflexionar con respecto a si es posible, hoy en día, encontrarle alguna utilidad práctica.

II. ENCUADRE

Es importante abordar esta parte de la filosofía cartesiana porque somos de la opinión que el trabajo del filósofo no debe reducirse a elaborar especulaciones abstractas que poca o nula relación tienen con la realidad concreta y cotidiana de los hombres pues, un trabajo así, tendría como destino quedar almacenado para siempre en los escritorios o en los cubículos de los filósofos, o ser patrimonio sólo de unos cuantos “iluminados” que consideran al mundo del hombre común como algo muy ajeno.

 

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