Lic. Rosa María Ortiz Robles*

Como Docente de tiempo libre de la Facultad de Psicología, he compartido experiencias, por espacios breves, con estudiantes del área de Psicología Social.

Cubriendo una suplencia en el año del 2002 de la materia relacionada con las Prácticas en Instituciones y Comunidades del área en el último periodo escolar de esa generación, y estando yo como responsable del Programa de Extensión y Servicio Social acerca de la “Atención Psicológica para Adolescentes y Adultos” en la Ceseco Lomas 2, les ofrecí a los estudiantes la posibilidad de realizar sus prácticas o su servicio social, en actividades de orientación psico-social con la comunidad que solicita atención. Un dato digno de mencionarse: había gran angustia entre los estudiantes al no tener claramente definido su campo de trabajo a esas alturas de sus estudios (7° Semestre). Solo dos estudiantes mujeres aceptaron participar; los restantes buscaron colocarse en otras instituciones.

El trabajo que debía realizarse dentro del programa, era llevar a cabo la primera entrevista a cualquier adolescente o adulto que solicitara el servicio ya que dentro de la
carrera, habían cursado la materia de entrevista psicológica en sus diversas modalidades (educativa, laboral, clínica y social) por lo tanto debían tener el conocimiento teórico ( al menos eso es lo que pensaba). Las primeras veces yo las acompañaría en el proceso, y posteriormente trabajaríamos los casos que fueran de índole psico-social o, según el caso, serían canalizados para intervención educativa o clínica.

Otra actividad importante era la de elaborar un expediente del usuario que solicitara el servicio con su respectivo familiograma, para tener un conocimiento concreto de la dinámica familiar, identificando otras áreas conflictivas independientes del motivo de consulta, que sería indagado tanto en lo que era patente como en lo latente, aclarándoles a los solicitantes de atención, de manera sencilla y concreta, los alcances y limitaciones del trabajo psicológico, posteriormente, con fines de supervisión y asesoría, para tener la explicación teórica del fenómeno social y las posibles alternativas de intervención desde la psicología social.

Las estudiantes inicialmente se mostraron nerviosas y confundidas, pues no se imaginaban que la psicología social tuviera cabida en la consulta psicológica individual, ni mucho menos de la existencia de las redes sociales y alternativas con que cuenta la ciudad para apoyar a la comunidad en problemas vigentes como la violencia intrafamiliar; la farmacodependencia, el alcoholismo y otras adicciones; los problemas relacionados con la autoestima y la conducta asertiva, entre otros tantos.

Durante su trabajo tanto en la consulta como en las asesorías, las estudiantes y yo, establecimos un vínculo estrecho de compañerismo y amistad, pues cada una entró en un proceso de crecimiento profesional. Al mismo tiempo que orientaban ética y responsablemente a las personas que acudían con ellas a consulta, crecieron como personas al trabajar sobre su propio proceso afectivo y emocional en un ambiente de confianza y de respeto entre docente y estudiantes.

Esta experiencia no solo les permitió juntar la teoría con los problemas cotidianos de la comunidad, conviviendo con el dolor, la ansiedad, las dudas y las frustraciones de la gente sino a motivarlas para conocer su entorno las instituciones de apoyo en un trabajo multidisciplinario e interistitucional, pudiendo concretar que la Psicologia es una sola, cuya misión es y será “no solo para interpretar, sino para transformar”.

Como docentes, considero esencial que nuestro trabajo con los estudiantes esté directamente relacionado con sus necesidades, perfilando futuros campos de trabajo y actualizándonos todos permanentemente, no solo en el material bibliográfico, sino en las problemática psicosocial concreta de la comunidad, de manera que estudiantes y docentes formen un equipo de trabajo, donde la teoría, la práctica, la ética y la responsabilidad profesional vayan de la mano.

Esta ha sido mi dinámica de trabajo con las y los estudiantes y prestadores de servicio social no solamente dentro del Programa de Atención Psicológica para Adolescentes y Adultos, sino como filosofía de vida, en una experiencia donde docentes y estudiantes retroalimentamos conocimientos y habilidades en un espacio donde la Psicología forma parte importante de nuestro proyecto de vida.

* Licenciada en Psicología Social, docente de la Facultad de Psicología.

 
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