M.
en A. José Luis Huerta Bortolotti*
Para
ningún estudioso, en la materia, escapa el fenómeno
de que el hombre, a través de la historia, ha regido su
conducta, en relación consigo mismo, con la familia y con
la sociedad, por un concepto que se llama valor.
Es notorio cómo
en un diccionario de uso común, se define la palabra valor.
Valor, es: “Grado
de utilidad de las cosas para satisfacer necesidades o proporcionar bienestar
o deleite.” “Cualidad de las cosas por la cual se adquieren”
“Precio” “Bizarría, animo, aliento, denuedo, valor,
esfuerzo, resolución”, “osadía, atrevimiento, descaro,
desvergüenza” “Valor Cívico: entereza de animo para
cumplir los deberes de la ciudadanía” “valor entendido:
convenio tácito.
Si se consultaran otros
diccionarios comunes, no especializados temáticamente, probablemente
se señalarían otras connotaciones del concepto valor.
La conclusión
sería que es complejo definir la palabra valor. Además, al tratarse
de un ente de razón, no podemos definirlo de la manera clásica:
por su genero próximo y diferencia especifica.
Debemos intentar, por
tanto, buscar unas características descriptivas que lo hagan distinguir
de los demás conceptos y se entienda claramente lo que significa la
palabra valor, sobre todo para los efectos de este ensayo.
Vayamos por partes. Bajo
el punto de vista filosófico la génesis del valor humano se deriva
del vocablo latino “aestimabile” es decir digno de aprecio. Aunque
en sus inicios la palabra carecía de connotación filosófica,
con el proceso de generalización del pensamiento humano, que tiene
lugar en los principales países de Europa, logra colocarse dentro de
los conceptos clásicos de la filosofía, aunque sea solo en el
siglo XX cuando comience a utilizarse el término más específico
de “Axiología” ( del griego axias: valor y logos estudios)
para el estudio más concreto de los valores.
Fundamentalmente el valor
es la apreciación que emite un sujeto respecto a un ente real (primordialmente
material: que pueda ser percibido ya sea por todos o por cada uno de los sentidos)
o de razón (que solo es detectado por la inteligencia a través
de un proceso mental o silogismo). No en vano, en economía se divide
el valor en real o estimativo.
En cuanto que estimativo,
el concepto valor abarca contenidos y significados diferentes y, consecuentemente,
se define desde perspectivas y teorías de acuerdo con el parámetro
que se tome como referencia.
En sentido humanista,
por ejemplo, se entiende por valor lo que hace que un hombre sea tal como
es y sin lo cual perdería la humanidad o parte de ella. El valor se
refiere aquí, a una excelencia o a una perfección. Por ejemplo
se considera un valor decir la verdad y ser honesto; ser sincero en vez de
ser falso. Es más valioso trabajar que robar. La practica del valor
desarrolla la humanidad de la persona, mientras que el contravalor lo despoja
de esa cualidad.
Por otra parte, y desde
un punto de vista socio—educativo, los valores son considerados referentes,
pautas o abstracciones que orientan el comportamiento humano, hacia la transformación
social y la realización de la persona, y son guías que dan determinada
orientación a la conducta y a la vida de cada individuo y de cada grupo
social.
“Todo valor supone
la existencia de una cosa o persona que lo posee y de un sujeto que lo aprecia
o descubre, pero no es ni lo uno ni lo otro. Los valores no tienen existencia
real si no están adheridos a los objetos que lo sostienen. Antes, son
meras posibilidades”. ( Prieto Figuerda, 1984 p.186). Así mismo,
se debe tomar en cuenta, para no caer en confusiones, que el concepto valor
es tan universal que se puede aplicar a todos los seres ya sean materiales
o simplemente entes de razón. Todo tiene un valor de acuerdo con la
función que cada ente desempeña.
No en vano Javier Echeverría,
al mencionar su más reciente obra: “Ciencia y Valores”
(Ed. Destino) manifiesta que “por
valores” suelen entenderse solo los valores morales, religiosos, estéticos
y más recientemente, sociales y políticos, ecológicos.
Pero la ciencia, sobre todo a partir de Thomas Khun, tiene sus propios valores
llamados epistémicos: Precisión, rigor, coherencia, fecundidad,
utilidad, generalidad. La ética y la moral han perdido el monopolio
sobre los valores. El ascenso de la ciencia y la tecnología está
sustituyendo el éticocentrismo, por una situación con varios
polos de pensamiento. Los valores epistémicos como los económicos,
no aparecen en la filosofía del conocimiento, pero impregnan, hasta
la médula, la actividad científica.
Vayamos concretamente
a la economía. Sí en términos generales, valor es la
apreciación que emite un sujeto respecto a un ente real, quizá
no exista otra materia a la que se le pueda aplicar, con mayor propiedad,
que a la economía. Para ella se le llama valor a la capacidad que se
le concede a cualquier objeto que se usa para satisfacer una necesidad o deseo......
Las cosas tienen valor
en cuanto sean útiles para satisfacer necesidades y el precio es lo
que estamos dispuestos a pagar por ese satisfacer. Aunque esta definición
habla en forma impersonal, más propio sería señalar que
valor es la capacidad que una persona concede a cualquier objeto que se usa
para satisfacer una necesidad o deseo de una persona. ” El centro, por
tanto, de valoración es la persona—hombre en cuanto que un objeto
es capaz de satisfacer una necesidad o deseo de la persona—hombre.
En sentido económico,
por tanto, el valor esta representado por la importancia que tienen los satisfactores,
bienes y servicios destinados a satisfacer las necesidades del hombre.
El hombre, indudablemente,
es el centro y valor primordial de la economía.
Como es natural, a través
de los siglos el tema hombre es el centro del pensamiento y disquisiciones
filosóficas y al hombre se le ha calificado, entre otras cosas, como “el
centro de la creación” hasta “el único ser que se
destruye a sí mismo”. Como quiera que sea, no queda lugar a dudas:
El centro de la actividad del hombre es el hombre y todas las necesidades
del hombre las debe satisfacer el hombre.
En los inicios de la
historia las necesidades de los hombres no eran tan complejas. Su preocupación
era comer, vestirse y reproducirse. Cuando la sociedad fue creciendo, fueron
creciendo sus necesidades y se tornaron más complejos los satisfactores.
No sólo eso, la dinámica de la economía ya no se concentró
en satisfacer
necesidades sino que, pensando en su crecimiento y expansión, se fueron
creando necesidades para satisfacer más necesidades y el centro de
la actividad económica ya no fue el hombre como tal. Se crea actualmente
al hombre como ávido consumidor y se deja de un lado al hombre que
no puede ser ávido consumidor. A este se le condena a vivir de la beneficencia
pública o del estado protector— benefactor. La economía
se ha vuelto, ahora, una ciencia compleja, tan compleja que una teoría
que analiza los fenómenos económicos mundiales, que hace diez
años mereció el premio Nóbel, en nuestro tiempo esa teoría
ya puede resultar obsoleta.
Está de moda la
globalización. Es tal su importancia que se ha convertido en tema obligado
de análisis y discusión, tanto en los foros políticos
y empresariales como en el ámbito académico. No obstante que
es una palabra de moda y ser tan difundido el concepto, aun no existe consenso
sobre los alcances que ha tenido el proceso globalizador a escala planetaria.
Lo que se presenta es una verdadera confrontación de ideas, unas tratando
de justificar el Status Quo internacional, bajo el supuesto de que todos los
países tienen las mismas oportunidades y otras que rechazan cualquier
inserción ventajosa en la actual división mundial.
Existen múltiples
interpretaciones del concepto “globalización “, todas ellas
enmarcadas dentro parámetros ideológicos y políticos,
unos más o menos rígidos, otros más o menos eclécticos.
En términos generales, la globalización es analizada desde posiciones
tecnoeconomicas, socioeconómicas, políticas, geopolíticas,
partidistas, religiosas, etc. Sin embargo, existen rasgos comunes a todas
las interpretaciones en el sentido de que
se ve en la globalización una etapa avanzada de la división
internacional del trabajo, la cual se caracteriza por una mayor interacción
e interdependencia de los factores y actores que intervienen en el proceso
del desarrollo mundial.
Estos factores y actores
son de índole económica, social, política ambiental cultural,
geográfica, etcétera e involucran relaciones entre estados, religiones,
pueblos, empresas, partidos, etc.
De las anteriores consideraciones
salta a la vista una cosa: El hombre, “ Centro de la Creación”,
persona física, ha sido rebasado por personas morales, enormes, gigantescas,
que, aunque formadas todas por hombres, paradójicamente están
olvidando y rebasando una cosa ¡al hombre¡ y a sus valores...
* Licenciado en Economía
con Maestría en Administración y Especialidad en Mercadotecnia.